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James Fitzmaurice-Kelly.

Cambridge readings in Spaninsh literature online

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es de la exclusiva competencia de la mujer. La mujer es la que
lo dispone todo, y da cuentas, toma cuentas, hace, en fin, lo que
le viene en mientes. Azorin deja hacer, y vive, vive como una
cosa

Durante nuestra primera entrevista se me ha ocurrido decirle,
como era natural:

(jlremos a dar un paseo esta tarde? <[Me ensenaras el
pueblo?



AZORfN 309

Si, iremos esta tarde ha contestado el.

Y entonces la mujer ha dejado de coser, ha mirado a Azorin
y ha dicho :

- (jEsta tarde? Pero, Antonio, jsi has de arreglar el estandarte
del Santisimo !. . .

Es verdad, ha contestado Azorin; he de arreglar el
estandarte del Santisimo.

Este estandarte trascendental es un estandarte vinculado en
la f amilia desde hace mucho anos ; lo compro el abuelo de Iluminada,
y todos los anos lo saca un individuo de la familia en no se que
procesion. Ahora bien; esta procesion se celebra dentro de unos
dias, y hay que limpiar y armar en su asta el dicho estandarte.

jAh! Pero, Busted no ha visto nunca el estandarte? me
ha preguntado la senora.

Yo, lo confieso, no he visto nunca el estandarte. Y como parece
ser que es digno de verse, Iluminada ha indicado a Azorin que
me lo ensenase. Hemos salido; hemos recorrido un laberinto de
habitaciones, con pisos desiguales, con techos altos y bajos, con
muebles viejos, con puertas inverosimiles, uno de esos enredijos
tan pintorescos de las casas de pueblo. Por fin hemos llegado a un
cuarto de techo inclinado; las paredes estan rebozadas de cal;
penden en ellas litografias del Corazon de Jesus, del Corazon de
Maria, de San Miguel Arcangel, de la Virgen del Carmen...todas
en furibundos rojos, en estallantes verdes, en agresivos azules.
En un angulo vese una gran area de pino; encima hay una gran
caja achatada. Azorin se ha parade delante de la caja; yo le he
mirado tristemente; el se ha encogido de hombros y ha dicho con
voz apagada:

jQue le vamos a hacer !

Luego ha abierto la caja y ha sacado el estandarte, envuelto
en mil papeles, preservado de la polilla con alcanfor y granos de
pimienta. No voy a hacer la descripcion del estandarte; este y
el de las Navas me parecen dos estandartes igualmente apreciables
... despreciables. Azorin me lo ha ensenado con mucho cuidado.

Y yo pensaba mientras tanto, no en el estandarte aunque es
un estandarte del Santisimo Sacramento, sino en Azorin, en
este antiguo amigo nuestro, de tan bella inteligencia, de tan in-
dependiente juicio, hoy sumido en un pueblo manchego, con el
traje usado, con la barba sin afeitar, con panales encima de su mesa,



310 AZORfN

con una mujer desgrenada que cree que es preferible arreglar un
estandarte a dar un paseo con un companero querido.

J. MARTINEZ Rufz.
En Yecla, a tantos.

ENRIQUE DIEZ-CANEDO

b. 1879

SENOR DON ENRIQUE DIEZ-CANEDO is a modern poet of exquisite sensibility.
He has told us that he would retire to some peaceful spot with one of three
poets to read: San Juan de la Cruz, Che"nier and Garcilasso. His love of
books and the country is evident in his poems, whilst his turn for romancing
can be seen in the Cuento de invierno. By means of simple and expressive
language he produces singularly effective word-pictures. His verses have
been collected in various volumes, of which some are La Visita del Sol,
Versos de las Horas and Del Cercado Ajeno.

DE VUELTA DEL PINAR...

De vuelta del pinar, en la infinita
languidez de un crepusculo serrano.
sentiamos el jubilo cercano
de las claras campanas de la ermita.

Un aroma de incienso y un gemido
vacilante de armonium, al encuentro
se nos venian, moribundos. Dentro
ya el rezo vesperal era finido.

j Que calma en todo el monte ! Refulgia
la estrella del pastor; el fin del dia
se alargaba, en el cielo solitario....

j Y aquellas viejecillas que tornaban,
una tras otra, al pueblo, que pasaban,
negras, como las cuentas de un rosario!...

VIEJO SEMANARIO

Este tomo de un viejo semanario, que tiene
los afios que tendria mi abuelo, si viviera,
de tan amable guisa mis horas entretiene
como cuando sus folios volvi por vez primera.



ENRIQUE DfEZ-CANEDO 311

Y encuentro en el tan suave, tan intima fragancia,
me llena el corazon de tal melancolia,
que pienso si se habra quedado en el mi infancia
como esta flor, hoy seca, que no se quien pondria.

Es un amigo viejo que sabe muchas cosas ;
cien historias ingenuas refiere con carino,
y a veces, cuando escucho sus f rases candorosas,
pienso: "Este pobre anciano dene cosas de nifio."

Grabados en madera, toscos, que reproducen
efigies de caudillos, exoticos paisajes;
versos que hablan de tumbas, de aceros que relucen
en torvas callejuelas; relates de viajes

a regiones de Oriente, magnificas, lejanas;
novelas en que al heroe da el triunfo un amuleto;
y, traducidas, tetricas baladas alemanas
en que se ve a caballo pasar un esqueleto;

todo, desde la infancia, lo tengo tan presente,
con relieve tan puro, firme y extraordinario,
que hoy florecen mis versos de la vieja simiente
que tu dejaste en mi, vetusto semanario;

vetusto semanario que hoy, cuando a mis congojas
juveniles huyendo, torno a tu amor, abiertas
dejas al paso mio, con solo abrir tus hojas,
del encantado alcazar de mi ninez las puertas.

CAMINOS DE MI TIERRA

Caminos, los de mi tierra
que os perdeis entre lozanas
mieses, o por las llanuras
muertas de sed, hoscas, pardas,
fingis viejas cicatrices
de gigantes cuchilladas;
o trepais por las vertientes
de la sierra y en las jaras
abandonais a girones
vuestras vestiduras blancas;



312 ENRIQUE DfEZ-CANEDO

y, a lo largo de los rios,
oh ! susurrantes, oh ! placidas
alamedas; oh! carriles
que haceis deslizarse, rapida

la tempestad de los trenes;
y argentinas, entre canas
musicales, por saucedas
llorosas y despeinad?s,
junto a seculares rocas,
lamiendo viejas murallas,
bajo puentes que se hunden,
o por humeantes fabricas
que alimentais y ennegrecen
vuestro corazon joh aguas,
aguas que vais a tres mares!...
j Oh caminos de mi patria !
j Pobres caminos, que hollaron
huestes guerreras, mesnadas
de aventureros, mendigos
tragicos y astrosos, largas
hileras de peregrines,
cascos de legiones barbaras,
indignados patriotas
y gentes aletargadas
en sueno que dura siglos !
j Caminos los de mi patria
que mereceis recibir
la buena nueva que tarda;
la nueva que acogereis
jubilosos, en la gracia
de un mar de sol, extasiados
en un florecer de ramas !

CUENTO DE INVIERNO

Llenos de nieve monte y llanura estan.

(Oye como crepita la lefia en el hogar.)
Dicen que un lobo ronda por la ciudad.

(Estos cuentos, que tienen un aroma invernal.)



ENRIQUE DfEZ-CANEDO 313

Cuando las puertas entreabria el guardian,
como una flecha penetro en la ciudad.
En esta noche de hielo y huracan
muchos oyeron su aullido pertinaz.

(Oye como crepita la lefia en el hogar.)

Por las heladas calles de la ciudad,
buscando cebo, se le ha visto vagar.
Tiembla de frio. Junto al horno del pan
acurrucado, miedo y lastima da.

(Estos cuentos, que tienen un aroma invernal.)

Por la ventana vieron al animal ;
con agua hirviente lo han querido escaldar;
sobre la nieve cae sin hacerle mal:
huye como alma que lleva Satanas.

(Oye como crepita la lena en el hogar.)

Hombres de armas a sus alcances van,
con una turba de villanos detras.
Temen y el mismo miedo valor les da.
Y el lobo corre, corre por la ciudad.

(Estos cuentos, que tienen un aroma invernal.)

En cada ojo tiene el lobo un volcan;
se ven, agudos, sus colmillos brillar;
todo erizado, tiene aspecto infernal.
Corre, siniestro. por toda la ciudad.

(Oye como crepita la lena en el hogar.)

Una pedrada le hacia renquear.

Junta en un brinco toda su agilidad

y esquiva un dardo que arroja mano audaz

y que muy cerca se va en tierra a clavar.

(Estos cuentos, que tienen un aroma invernal.)

El lobo corre corre por la ciudad,
con hombres de armas y villanos detras.
Llena de fieles la Colegiata esta.
<< Visteis ? Al templo ref ugio fue a buscar.
(Oye como crepita la lena en el hogar.)



314 ENRIQUE DfEZ-CANEDO

Se para en medio de la nave central.
Clava los ojos de fuego en el altar.
Ya va mediada la misa del abad :
tiene en las manos al Cordero de paz.

(Estos cuentos, que tienen un aroma invernal.)

Cuando se postra, se ve al lobo temblar.
Cuando a Dios alza, la bestia en tierra da.
Cuando se postra de nuevo, mas fugaz
no corre el viento que el lobo al escapar.
(Oye como crepita la lefia en el hogar.)

Acorralado lo tiene el pueblo ya.
Su lengua pende y es penoso su andar.
Cae en la nieve para no alzarse mas.
Lo descuartiza la turba sin piedad.

Se aquieta el pueblo. Nieve, Silencio, Paz.

(Oye c6mo crepita la lefia en el hogar.)
Blancos, llanura, pueblo y montana estan.

(Estos cuentos, que tienen un aroma invernal.)



PEDRO GARCIA MORALES

b. 1880

SENOR DON PEDRO GARC{A MORALES is a composer of music as well as a
writer of verse, and he contrives to convey to us in the rhythm of his poems
his intense feeling for harmony and sound. In Germenes he depicts with
singular skill the transitory moods of the mind. In him and Antonio Machado,
Villaespesa, Enrique de Mesa, and Diez-Canedo "estos admirables poetas
que son hoy la medula literaria, la esencia de Espana, los mas altos y genuinos
representantes de un monumento literario, de una literatura" we see,
according to Azorin, the true representatives of the literary traditions of
Valle-Inclan, Pio Baroja and Benavente.

ATARDECE

Los olivares
dejan en bando
los estorninos;
vuelan a echarse en los valladares.



PEDRO GARCfA MORALES 315

For la vereda,
de los aperos bajan cantando

los campesinos.
El campo solo, solo se queda....

Se, ven extaticos los molinos.

En los caminos
chirrian los carros,
grunen los guarros,
balan las cabras y los borregos,
se oyen las voces,
brillan las hoces
de los labriegos.

Mistica lumbre
dora el folia je
de la arboleda,

de los cabezos dora la cumbre,
sobre el paisaje
dora el celaje;

dora a lo lejos la polvareda

que alzan las vacas,

languidas, flacas,
que van al pueblo con mansedumbre

por la alameda.

Tremulas, rojas,
se caen las hojas;
gimen los juncos, las espadanas;
cerdean los rizos
de los carrizos
y de las cafias.

En el ambiente
febril, se siente
la lejania,
con sus fulgores
y sus vapores
y sus clamores
de melancolica monotonia.



3i6 PEDRO GARCfA MORALES

Se muere el dia.

En la laguna
cantan las ranas...

Son de cencerros....
Voces lejanas...
Sale la Luna. . .
Ladran los perros. . .

EPfLOGO

Yo tengo en mi jardin mustio, sin flores,
una fuente con peces de colores.

Junto a mi fuente paso

la hora llorosa y mistica del alba,

la hora sufriente, malva,

del ocaso.

Yo con mi fuente y por mi fuente vivo;
ella sola me ensefia y me aconseja,
con la paciencia de una amiga vieja.
Lloro con ella y a su lado escribo.

Como un rapaz, tirandome en el suelo,
abrazando la piedra, me consuelo
cuando mas duros, j ay ! son mis dolores,
y en el agua, besandolas, arrojo
de mi jardin el ultimo despojo....

Las hojas de mis flores.



JUAN RAM6N JIMENEZ 317

JUAN RAMON JIMENEZ

b. 1881

JIMNEZ is universally recognized as one of the younger poets who have
been directly influenced by the art of the Nicaraguan exile, Rube'n Dario,
who collected round him a group of disciples soon after his settlement
at Madrid in 1892. Though doubtless indebted to Dario, Jimenez has an
artistic individuality of his own: less responsive to external modes than
Dario, he is perhaps more sincere in his utterances and actions. Probably
owing to indifferent health, Jimenez's verse is inspired by a brooding melan-
choly, which tends to be morbid and monotonous. Nevertheless, this
pervading, gentle sadness is compatible with a singular lyrical emotion as
seen in the series of masterpieces which may be said to have begun with Arias
tristes. It was a genuine surprise to the author's admirers when in 1914 he
issued a volume of prose: Platero y yo. In this work, Jim6nez, who has some
points in common with R. L. Stevenson, displays many of the qualities
which characterize his verse: a tone of deliberate distinction, a measure
all too rare in Spanish, a ductile prose, rhythmical sense, and a sympathetic
vision free from any suspicion of sentimentality. Since the verse of
Jimenez is comparatively well-known, it has seemed advisable to give
here an example of his skilful manipulation of the prose instrument with
which readers are necessarily less familiar.

PLATERO Y YO

Platero.

Platero es pequeno, peludo, suave; tan blando por fuera, que
se diria todo de algodon, que no lleva huesos. Solo los espejos de
azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal
negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su
hocico, rozandolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas.. . .
Lo llamo dulcemente: " <; Platero?" y viene a mi con un trotecillo
alegre que parece que se rie, en no se que cascabeleo ideal....

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las
uvas moscateles, todas de ambar, los higos morados, con su crista-
lina gotita de miel....

Es tierno y mimoso igual que un nino, que una nina...; pero
fuerte y seco como de piedra. Cuando paso sobre el, los domingos,
por las ultimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos
de limpio y despaciosos, se quedan mirandolo:

Tiene acero....

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.



3i8 JUAN RAM6N JIMENEZ

La Luna.

Platero acababa de beberse dos cubos de agua con estrellas en
el pozo del corral, y volvia a la cuadra, lento y distraido entre
los altos girasoles. Yo le aguardaba en la puerta, echado en el
quicio de cal y en vu el to en la tibia fragancia de los heliotropes.

Sobre el tejadillo, humedo de las blanduras de septiembre,
dormia el campo lejano, que mandaba un fuerte aliento de pinos.
Una gran nube negra, como una gigantesca gallina que hubiese
puesto un huevo de oro, puso la luna sobre una colina.
Yo le dije a la luna:

. . . M a sola

ha questa luna in del, che da nessuno
coder fu vista mai se non in sogno.

Platero la miraba fijamente y sacudia, con un duro ruido blando,
una oreja. Me miraba absorto, y sacudia la otra....

La Nina Chica.

La nifia chica era la gloria de Platero. En cuanto la veia venir
hacia el, entre las lilas, con su vestidillo bianco y su sombrero de
arroz, llamandolo, mimosa: Platero, Platerillo! , el asnucho
queria partir la cuerda, y saltaba, igual que un nino, y rebuznaba
loco.

Ella, en una confianza ciega, pasaba una vez y otra bajo el,
y le pegaba pataditas, y le dejaba la mano, nardo candido, en
aquella bocaza rosa, almenada de grandes dientes amarillos; o,
cogiendole las orejas, que el ponia a su alcance, lo llamaba con
todas las variaciones mimosas de su nombre: j Platero! jPlateron!
j Platerillo! jPlaterete!

En los largos dias en que la nifia navego en su cuna alba, rio
abajo, hacia la muerte, nadie se acordaba de Platero. Ella, en su
delirio, lo llamaba, triste : j Platerillo. . . ! Desde la casa obscura
y llena de suspires, se oia, a veces, la lejana llamada lastimera del
amigo. jOh, estio melancolico!

jQue lujo puso Dios en ti, tarde del entierro! Septiembre, rosa
y oro, declinaba. Desde el cementerio jcomo resonaba la campana
de vuelta en el ocaso abierto, camino de la gloria L.Volvi por las
tapias, solo y mustio, entre en la casa por la puerta del corral, y,
huyendo de los hombres, me fui a la cuadra y me sente a llorar con
Platero.



319

RAMON GOMEZ DE LA SERNA

b. 1892

SENOR DON RAM6N G6MEZ DE LA SERNA, a native of Madrid and author of
various prose-works such as EIRastro (191 ^Pombo (1917), Muestrario (1918),
and Greguerias Escogidas (1918), writes his impressions of people, things and
thoughts in a pleasant and rather memorable prose-style. His theory seems
to be that the life of to-day is one of artificiality, of great upheavals, where de-
struction not construction must be the aim, where nothing can definitely
be known, everything is inexplicable and where even truth is under suspicion.
A fixed program in literature is therefore impossible. A book should be a
reproduction of human life, incoherent at times, dreamy, disillusioned yet
breathing hope, and representative of the period to which it belongs. This
ideal he strives to attain in his works and hence, as he tells us in his prologue
to Muestrario, " 6ste, como lo seran cada vez mas mis libros hasta mi diso-
Iuci6n...es un libro deshecho. j Qu6 dificil es trabajar para no hacer, trabajar
para que todo resulte muy deshecho, un poco bien deshecho!"

MUESTRARIO
La nina de las naranjas.

Solita era hija de una pobre lavandera viuda, que lavaba todo
el dia para mantener a su hija y a sus tres hijos pequenos, los tres
tan iguales, como si hubiesen nacido el mismo dia y no hiciese
mucho de su nacimiento; los tres raquiticos y los tres vestidos
con largos delantales negros, que les hacian mas enclenques y
mas tristes.

Solita era la mayor, y eso la daba un caracter como de hermano
mayor, y una solemne responsabilidad. Tambien llevaba un negro
delantal; pero como era rubia, eso exaltaba su carita de luz,
salvandola del emborronamiento en que sumerge el luto.

Solita habia esperado que surgiese su fortuna de alguna de las
casas de las que su madre era lavandera. Iba con ella para dejarse
ver de la senora. La senora la acariciaba, la llamaba "bonita" y
"mona," pero solo le daba dos perras gordas para dulces, unos
dulces que ella no compraba, porque al llegar al portal, sin que
su madre se lo exigiese, le entregaba las dos perras, bien pegada
la una a la otra. Muchas veces se habia dejado conducir por la
hija de la senora enferma siempre, entre la clientela de su madre,
habia dos o tres senoras enfermas hasta el gabinete de aire
enrarecido, en que la senora enferma, apoltronada en el sillon de



320 RAM(3N GtfMEZ DE LA SERNA

la muerte, dormitaba, con la cabeza muy caida sobre el pecho.
Alii era muy mimada; pero la senora enferma, que sabia que la
madre habia lavado las ropas negras de enfermedad y habia aliviado
mas que ningun medico su sucia enfermedad, no la dejaba heredera
ni le daba mas de las dos perras gordas. Una y otra vez iba con
su madre a entregar la ropa blanca como el copo de nieve; pero
aquellas sefioras, enfermas y recelosas, siempre temian que las
faltase algo, y como echaran de menos un trapajo, la miraban como
a la hija de la lavandera ladrona, que se hace rica con un pingo de
tela pasada.

He sido una sonadora se dijo, en vista de tan copiosa
experiencia , y de hoy en adelante he de ayudar mas efectiva-
mente a mi madre.

Esperaria a hacer la primera comunion. El dia que hiciese la
primera comunion, la madre la haria un retrato, que ella regalaria
a su madrina y a alguna de las sefioras que mas ropa vieja regalaban
a su madre; ese dia tambien visitaria, vestida de primera comunion,
a las sefioras que mas acariciaban su cabeza, y todo eso la valdria
algun dinero, con el que ella compraria una canasta de naranjas,
que venderia en un buen sitio, pagando al polizonte que mete
por los ojos al vendedor su talonario azul, la licencia que hiciese
falta.

Asi llego el dia de la primera comunion. Se vistio como una
novia. Paso mucha hambre de desayuno, mas hambre que nunca;
pero cuando las monjas le sirvieron un esplendido chocolate con
picatostes, sintio un gusto de comer esplendido y nuevo, y se puso
oronda como nunca. Despues comenzo la peregrinacion por las
casas de las sefioras de que era predilecta, y comenzo a reunir en
su bolsa blanca monedas de plata. Entro con orgullo en las habita-
ciones principales, y hasta los sefiores series que escribian en los
despachos sombrios, levantaron la cabeza, la atrajeron hacia si,
y le dieron otra moneda de plata.

j Ya no podre tener un dia tan esplendido y tan rico ! se
decia Solita, y apretaba el paso para hacer el mayor numero de
visitas. Sin embargo, ya rendida, a la noche no habia visitado a
todas sus sefioras.

Su madre la propuso entonces que se vistiera de nuevo el do-
mingo siguiente, y acabarian las visitas. Se podria vestir de nuevo
el traje unico? <;No la conocerian como la del domingo pasado?



RAM(3N G6MEZ DE LA SERNA 321

Cuando su madre lo decia, es que podia. Eso la lleno de gozo, y
al domingo siguiente se volvio a vestir, volvio a abrir las manos en
estrella, obligada por la etiqueta de los guantes blancos, y acabo
de reunir la fortuna que esperaba.

En seguida compro el saco y las naranjas, y se puso a venderlas
camino de los jardines del Rey, que es por donde pasan mas ninos,
los ninos que juegan con las naranjas como con pelotas de goma,
hasta que se abren al rodar, y entonces se las comen, sorbiendolas
el corazon. Vendio solo dos, y se volvio a su casa cariacontecida,
bajo el peso de su saco. (Habia muchos vendedores de naranjas,
y eso hacia que, en la competencia, nadie vendiese nada.)

Todos los dias se iba cargada con su saco, y unos dias mas
arriba y otros mas abajo, pero siempre camino de los jardines del
Rey, se ponia a vender sus naranjas. Las sacaba una a una del
saco, y las ponia con paciencia unas sobre otras, formando esos
castilletes que los granaderos forman con las municiones. Con
su delantal las sacaba un poco de brillo, y se sentaba al lado de
la preciosa piramide. Eran las naranjas ornamento del paseo;
todos los que pasaban iban mirando las naranjas, pero casi nadie
la compraba una, aun siendo tan ricas y tan inverosimilmente
baratas.

Al anochecer comenzaba a meter una a una las naranjas en el
saco, y casi siempre contaba otra vez el numero invariable. Re-
pasaba asi con resignacion el rosario de su amargura, y se iba
despacio a su casa.

Es dificil crear parroquia le decia a su madre; pero
tendre paciencia.

Su madre la besaba, porque veia que su chiquitina habia cum-
plido un deber excesivo para ella, estandose toda la tarde quieta,
con un deseo bondadoso en el corazon, sin comerse una naranja,
aunque su madre se lo recomendaba. Le parecia un juego con-
movedor, un juego para ganar el paraiso, aquel juego a que se
dedicaba su hija. Asi, cuando la veia al dia siguiente volver a
coger su saco y salir a la calle, aunque esperaba que no vendiera
nada, le parecia como si saliese su hija a aplacar el destino, a
tornarle favorable. Le parecia como un acto religiose aquel que
realizaba su hija, y por eso no la disuadia.

Solita seguia sin vender. Habia tenido ya que tirar alguna
naranja que se habia podrido.

K.S. R. 21



322 RAMtfN G(5MEZ DE LA SERNA

Una tarde, al echarse el saco a la espalda, noto que pesaba de-
masiado. "Quiza ha entrado una piedra con las naranjas" penso
Solita, y siguio su camino, pensando tambien que quiza lo que
hacia tan pesada su carga era que el desengano de no vender habia
aumentado con todos los dias pasados. Inclinada un poco mas
hacia adelante para soportar la carga, llego a su casa, y lo primero
que hizo al llegar, fue buscar la piedra que sospechaba, cuando,
j oh maravilla ! encontro seis esf eras de oro, seis bolas relucientes
que la deslumbraron, seis orbes macizos, seis naranjas de oro que
hicieron la suerte de la f amilia pobre.

Asi hizo un milagro la Providencia, y lo hizo por lo disimulada-
mente que lo pudo hacer, por lo facil que la resulto, por como pudo
substituir, sin faltar demasiado a las leyes de la naturaleza, la
naranja de oro tierno, hija de las minas de oro liquido, por la
naranja de oro solidificado, hija de las minas duras y profundas.

Un Ticiano.

Aquellas pobres viejas tenian un Ticiano y, para verlo, se
levantaban todas las mananas temprano. El consuelo que aquello
era para sus vidas no es ponderable. Una de las hermanas que no
salia nunca de casa y se pasaba el dia en el gabinete del Ticiano,
acompanada por el cuadro, vivia quizas solo para el.

Todos las habian dicho que era Ticiano : el gran critico de arte,
el ilustre escritor, todos.

Yo fui a verlo. Su casa olia a ambiente de cuadro, a patina mas
que a aire, a esa patina obscura y rebarnizada de los cuadros
antiguos. Entre en el gabinete del Ticiano. <; Del Ticiano ? Aquel
no era un Ticiano, aquello no era nada, aquello era lo mas vago que
puede imaginarse entre la mas brillante obscuridad. Pero habia
que callar y admire al "gran cuadro del Ticiano" entre las tres
hermanas viejecitas, la una con lentes, la otra con unas ojeras
negras y azuladas y la otra con sus dos trenzas de nina de pelo
bianco.



INDEX



PAGE

ALARC6N (PEDRO ANTONIO DE), El Sombrero de tres picas . . 264

ALCAZAR (BALTASAR DEL), Vida del Autor en la vejez ... 50

AZEVEDO (ALONSO DE), De la Creadon del Mundo .... 146

"AzoRfN," Espana, Hombres y paisajes 297

La Voluntad 304


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